domingo, 1 de febrero de 2015

Obliteración tecnológica

 'La tecnología no es buena ni mala, ni tampoco neutral'
Melvin Kranzberg


Discutir hoy día la cuestión de si se es apocalíptico o integrado resultaría irrisorio. Sin embargo, muchas veces se señala a gente como apocaliptica - en cuanto al uso de las nuevas tecnologías - cuando realizan críticas constructivas acerca de las mismas. Estas posturas extremistas no hacen más que desplazar cuestiones relevantes que deberían ser debatidas e incluso, deberían incluirse en la lista de debates políticos (sí bien a veces lo hacen no siempre conluyen en políticas efectivas, sino que marchan sobre dichos o incluso leyes que nadie controla ni hace cumplir), tanto en cuestiones de democratización tecnológica (y lo que el término conlleva), cuestiones de ética (en cuanto al manejo de bases de datos, y la utilización de la información privada de las personas), la invasión de la publicidad no deseada, entre muchas otras.
Me apresuro a decir que - como diría Dolina acerca de la absurdidad de si uno está a favor o en contra de determinadas cosas  - , estoy a favor de la tecnología.

Las nuevas tecnologías de la comunicación no conllevan necesariamente una mayor democratización. Suponer inocentemente esta conexión es incluso peligroso. Tampoco conllevan una mejora en las comunicaciones si no van acompañadas de otros desarrollos tecnológicos organizacionales que tienen que ver con investigación sociológicam  teoría de la comunicación, administración,  entre otras áreas. 
También es necesario saber que tienen sus limitaciones y efectos no deseados.

En muchos casos, nos hallamos inmersos en situaciones de "comunicaciones"  incomunicantes, gracias a estos dispositivos tecnológicos que paradójicamente median impidiendo la comunicación efectiva.

La tiranía de las nuevas tecnologías de la comunicación  en manos de las corpos es un bello y claro  ejemplo del uso negativo que se puede hacer de las mismas (negativo para los usuarios, claro está, las corpos lo saben calcular siempre a su favor, y enbellecerlo superficialmente con imágenes de personas felices y aires de innovación) . La tecnología no es ni buena ni mala y depende siempre del uso que se le da. Si bien estas empresas privadas, pueden verse como ejemplo del uso disfuncional, cabe la mención de que ésta disfuncionalidad puede resultar previsible en el caso de las empresas privadas que tienen intereses económicos privados, que no apuntan necesariamente a democratizar sino a obtener unicamente ganancias, y llegado el caso a volver funcional la disfuncionalidad.

Otra cuestión, bien distinta es la de las empresas públicas estatales y las políticas públicas del uso y alcance de las tecnologías de la comunicación, en donde las exigencias deberían ser bien distintas.
"Innovar" no siempre va de la mano de democratizar, y aunque parezca una  aclaración no necesaria, lo es. 
No se puede suponer que más innovación tecnológica es lisa y llanamente mayor democratización, ya que, depende de la puesta en marcha de otras tecnologías de la comunicación y de políticas que se dirijan a ello y que instauren los marcos necesarios para que se efectivicen esos fines. No basta con la adquicisión de recursos tecnológicos, es necesario en igual o mayor medida  investigar para la puesta en marcha de políticas inclusivas y de recursos de control del funcionamiento efectivo. La obliteración tecnológica no puede permitirse en el ámbito de lo estatal. 

Defensa al consumidor: 0800-666-1518

 

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